lunes, 20 de julio de 2009

Licores


Cuando has bebido todos los licores, los más suaves, los más fuertes, los que ni siquiera rascan, los que te queman hasta el alma, cuando los has bebido todos y nada ha cambiado, cuando sólo has conseguido engañarte el alma, entonces para.

Un alma engañada a base de alcohol es un alma borracha, que busca entre esos grados una máscara para escapar de la derrota, que busca adulterar la imagen del desconsuelo. Cuando el alma está borracha, no queda sino batirnos.

Porque después del alma borracha, el domingo por la tarde, aparece el alma de resaca, y ese alma es aun mas peligrosa, entre otras cosas, porque ésta no da tumbos durante su procesión, porque no está engañada, y hace que las verdades golpeen por dentro tu cráneo, convirtiéndolas en jaqueca, convirtiendo los errores en repiques de campana.

Porque alcanzas el punto de no retorno, el punto en el que combinas el licor con mujeres, el punto en el que otros labios succionan las heridas, el punto en el que te alimentas de besos para poder sonreír, te vuelves un drogo-dependiente de sus besos y empiezas a perder por ganar.

Pasará el momento, dejarás al olvido en su sitio y te entregarás a ella, tarde o temprano aparecerá, tarde o temprano comenzará este ciclo.

No sé si seré vampiro, pero cuidado con mis colmillos.

1 comentario:

Töl dijo...

fenomenal, m llego;)